Paremos todos los relojes y quedemonos hasta el infinito.
sábado, 7 de enero de 2012
4752.
Tengo tu risa embotellada y las palabras que no te dije ayer en este cajón desordenado. Y esta alergia a olvidarte que no me deja respirar. La sonrisa tonta, la mirada que naufraga, unas ganas de besarte que se sienten claustrofóbicas en este cuarto. Un te echo de menos que no logro articular, porque todas las palabras se quedan cortas. Déjame demostrarle al mundo que puedo recitar de carrerilla la combinación de tus lunares. Que a las menos cuarto tus ojos quieren ser coca-cola. Y también la forma que tienen tus cicatrices de despeñarse rodilla abajo. Cómo olvidar tu olor, ese que llevo tatuado en el cuello. Allí dónde me tocaste por última vez. ¿Y sabes? Todavía te estoy viendo, la risa a la espalda y ni una palabra para la que siempre estuvo ahí. Tu pelo como la octava maravilla y esa voz que no deja de hablar universos de decibelios más alto que mi permanente declaración de amor. Porque yo llevo un te amo colgado de la sonrisa cada vez que te sueño, ya que hoy por hoy, es demasiado altamente improbable que vuelvas; y, a decir verdad, nunca me acuerdo de dejarlo en el perchero
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