Cuando era pequeña necesitaba dejar enchufada a la pared una pequeña lamparita que emitía una luz tan débil como necesaria para que pudiera dormirme.
Más tarde entendí que ningún monstruo vendría a llevarme con él.
A lo largo de mi vida he comprendido que de nada sirve hacerse el machote y querer aparentar que se es más fuerte que todo lo demás; siempre necesitamos algo que nos aporte seguridad para seguir adelante con nuestros objetivos –en ese momento todavía no sabía que mi objetivo eres tú-
Ahora mismo he llegado a un punto en que te podría comparar con la lámpara que tenía de pequeña. Eres algo tan insignificante para los demás como necesario para mí; y no pido que me alumbres todos los días, me basta con sentir que estás ahí, que sigues ahí, protegiéndome, calmándome si estoy nerviosa, dándome calor si tengo frío y guiándome con tu luz.
Ahora bien, si no te gusta ser una lámpara, también puedes ser el monstruo que de pequeña tanto temía; pero tranquilo, que esta vez dejo que me lleves contigo; o si lo prefieres quédate en mi habitación, esta vez, a oscuras.